Presentación:

« Las palabras con las que nombramos lo que somos, lo que hacemos, lo que pensamos, lo que percibimos o lo que sentimos son más que simplemente palabras. Y por eso las luchas por las palabras, por el significado y por el control de las palabras, por la imposición de ciertas palabras y por el silenciamiento o la desactivación de otras, son luchas en los que se juega algo más que simplemente palabras..»

Jorge Larrosa

sábado, 5 de abril de 2014

Las escaleras

S
u automóvil se había descompuesto el día anterior, justo cuando más lo necesitaba, ¿Qué podía esperarse de ese trasto viejo? Necesitaba ahora salir con demasiada antelación para llegar a su nuevo trabajo, allí no toleraban las impuntualidades.
Salió de su casa cuando todavía la oscuridad de la noche se señoreaba por las calles, apenas algún ruido de motores lejanos rompían el impenetrable silencio.
Camino por la humedad del asfalto, y llego a la vieja estación de trenes.
La ventanilla de la boletería aún estaba cerrada, pero funcionaba cerca un puesto de autoservicio, donde se muño del boleto de ida.
Desde el hueco de las escaleras, subía un vaho pesado, había una luz muy tenue generada por un foco que se prendía y apagaba.
Bajo cada peldaño, recordando esa vieja lesión en la rodilla, y cuando hubo llegado al nivel del túnel lo recorrió en busca de las escaleras que lo devolvieran a la superficie, extrañamente, solo encontró más escalones descendentes.
Volvió a bajar, movido ahora por la curiosidad, a paso más vivo, llegando a otro túnel esta vez mucho más oscuro y de aire más pesado si eso fuera ya posible. Era menester encontrar la escalinata hacia el andén, pero su exaltación y curiosidad llegaron a un máximo cuando lo que encontró fue otra escalera descendente.
Dudo entre seguir adelante o desandar sus pasos, quizás podía todavía hacerse de un lugar en el colectivo. Dio vuelta y camino unos metros, cuando comprobó que ahora el pasillo que había recorrido antes no tenía ahora ninguna escalera, solo un interminable paso del que no se veía final.
Rápidamente entendió que solo quedaba un camino, dio otra vez la vuelta y corrió hacia los escalones, bajo, bajo y bajo la oscuridad ahora era espesa, apenas se divisaba un reflejo mortecino a  la distancia.
Llego a una valla, y en ella diviso una figura, la de un guarda de estación. Se aproximó al personaje, con la intención de que le aclare lo que estaba ocurriendo, pero este lo recibió con una sonrisa de un blanco inmaculado, un uniforme impecablemente reluciente y un peinado a la gomina que parecía provenir de otro tiempo. –Lo esperábamos, le dijo extendiendo la mano como solicitando el boleto. Trato de balbucear una pregunta, pero la mirada profunda del guarda y su gesto inquisidor, hizo que el viajante introdujera su mano en el bolsillo, nerviosamente  extrajo aquel pase donde ahora divisaba claramente como destino la palabra “infierno”.


1 comentario:

  1. ¡Muy bueno Leo!!!!!! voy a tratar de evitar las escaleras por algún tiempo...

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