¡P
|
ayaso!, así
me han llamado innumerables veces, ignorantes. ¿Qué saben de ellos de arte? Si
solo sospecharan de mis dotes, no tendrían la desfachatez, de rebajrme a un simple bufón.
No solo he
nacido como un virtuoso, también he pasado jornadas de duro trabajo
perfeccionando mi técnica, dibujando sonrisas imperecederas en las caras de esos
caprichosos mocosos.
¡Descarados!,
antes de sugerirme como un personaje grotesco, tendrían que ver mi reflejo en
eso grandes ojos, con sus pupilas totalmente dilatadas, sorprendidos, exaltados
por mi sarcasmo que confunden con cruel humorada.
No importa,
algún día comprenderán. Algún día sabrán la valía de este, su guasón. Mientras
tanto seguiré mi camino, de éxitos furtivos.
No temáis,
pequeñas criaturas, no tengo odio para con ustedes, son el lienzo de mi obra,
la piedra de mi escultura, el material primario de mis sombrías creaciones.
Pronto, terminare
de interpretar, como un juglar que soy, la parte culmine de mi espectáculo. He
dejado las primeras palabras del texto principal, como migas de pan
diseminadas, en cada una de las desmembradas partes de esos exánimes cuerpecitos.
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