Presentación:

« Las palabras con las que nombramos lo que somos, lo que hacemos, lo que pensamos, lo que percibimos o lo que sentimos son más que simplemente palabras. Y por eso las luchas por las palabras, por el significado y por el control de las palabras, por la imposición de ciertas palabras y por el silenciamiento o la desactivación de otras, son luchas en los que se juega algo más que simplemente palabras..»

Jorge Larrosa

domingo, 19 de julio de 2015

La leyenda de la chatarra 514

En Loma verde, las tardes eran apacibles, sobre todo en el tiempo que transcurría entre la salida del colegio y la hora que antecede al ocaso, ya que la calle, mientras los adultos dormían la siesta, era nuestra.
Por lo general los chicos del barrio salían en grupo a bicicletear, recorrían las calles como patrullas montadas, construyendo las historias más inverosímiles.
Yo no era nuevo en el lugar, más la ubicación de mi casa, relativamente lejos de los demás, me mantenía por una ley tacita fuera del colectivo. Ademas, no tenia bicicleta, cosa que era absolutamente necesaria para patrullar.
Fue ese indómito dia de noviembre, en el que se me ocurrio perdirle a mi madre prestado su vehículo, distaba mucho de ser un lujo, pero en aquel momento, no cualquiera podía tenerla y para ella era comparable al mejor auto deportivo.
Sali pedaleando, lentamente, acostumbrándome al aparato, sentí los frenos, el manubrio, practique algún truco, como el de intentar levantar la rueda delantera, luego la trasera, y asi.
Pronto estuve presto para concurrir al encuentro, sabia que la escuadra estaba haciendo base frente a la almacen de la esquina, ya que el calor era abrumador y entre recorrido y recorrido, se estilaba parar para jugar un rato a la bolita.
Un   pedal arriba otro abajo  haciendo girar la rueda, escuchando el ruido del piñón, soñando con una moto de gran cilindrada, llegué frente al grupo con un aire de señor inglés, levanté la cabeza como saludando. En ese momento sobre el punto, me salió al cruce  un gordito retacon de anteojos de carey color negro, y con torno sobrador dijo: -Miren a este..., torciendo apenas la boca, -Con la cacharra 514...(Haciendo seguramente referencia a los colectivos de la linea 514, de provervial estado de destruccion, seguramente por el recorrido que hacian a diario) Los demás estallaron en risas.
Yo apurado por la situacion conteste, -¿Que hay conmigo? Cuatro ojos 513...(Insulto casi sin sentido, pero que provino de mis entrañas, por lo que sono muy agresivo).
Mientras sus rechonchos cachetes se tornaban rojos como el fuego y sus ojos parecian reventar inyectados en sangre, comprendi inmediatamente que era el momento de, literalmente "tomarme el raje", y mas rapido que un bombero apurado sali a todo pedalear.
Acto seguido salieron tras de mi una carabana de perseguidores, quienes al parecer, no estaban dispuestos a dejar que cualquier fulano le faltara el respeto a su anteojudo lider, y menos aun uno montado en tan estratosferico cambalache.
En las rectas, acortaban distancia, mas las curvas podria decirse eran mi especialidad, giraba como el  que mas y me adelantaba nuevamente. Ademas, las ruedas gruesas de la bicicleta de mujer que conducia, hacian diferencia en las calles de tierra con sendos pozos, contra las posibilidades de las ruedas finitas de las bicis media carrera.
Giro, recta, giro, pozos,  la persecucion se hacia eterna, otra vez recta y ya casi me alcanzaban, giro y ...
El Charly era el chapista del barrio, tenia una mano bastante buena para su profesion, poco o nada reconocida ya que no tenia gran cantidad de clientela. Ademas trabajaba en su casa, por lo que no disponia del lugar suficiente para trabajar en varios autos a la vez, por lo general, utilizaba la vereda y hasta media calle de tierra para ubicar los vehiculos que iba terminando o a los que les debia dar los ultimos toques.
Ese dia, se encontraba trabajando en el Fiat 1500 de un vecino bastante carcaman, de un verde esperanza, que luego de su artesano tratamiento, refulgia en brillos con los rayos de un sol veraniego.
Que mala pata!!!, ubicar esa hermosa pieza de tecnologia, casi restaurado en el circuito de escape que el destino me habia trazado. En mi defensa solo dire, que mi habilidad para los giros cerrados, fue mi perdicion, termine incrustando el rodado de mi madre en la puerta trasera de aquel coleccionable sedan italiano, volando con toda mi humanidad sobre el con la delicadeza propia de un cisne cascoteado.
De lo que vendria despues solo tengo imagenes sin fluidez, pero recuerdo que la rueda delantera se habia trabado, por lo que debi llebar en andas el destruido transporte. Los demas chicos habian desaparecido presurosamente, envueltos en el miedo que les prometia su participacion necesaria en aquel desastre.
Arrastraba aquel peso, mirando una y otra vez hacia los costados, hacia atras, esperando ser seguido por toda la policia almenos.
Nadie me siguio, claro no hacia falta, todos los vecinos me conocian por otras aventuras igulamente ridiculas, que no vale la pena citar en este recuerdo. Ademas, como para confirmar lo profundo del ensañamiento que el destino tenia contra mi persona, el lugar del impacto era lindero a la casa de mi tio.
Permaneci escondido un buen rato en un pasillo de mi vieja casa de madera, mientras mi padre que habia llegado recien de trabajar, salia a la verdeda a atender a toda la comitiva, dueño, Charly, vecinos y algun que otro curioso. Imaginense la escena, cansado, con calor, despues de haber pasado todo el dia trabajando, se enteraba de mi raid delictivo de escape y de su abrupto final.
Como siempre, el si que sabia solucionar las cosas, por suerte de paso enseñandome como, de frente y con la verdad, esa es la magia. En un rato todos marchaban de vuelta a su casa, conformes con el arreglo.
Cuando hubo terminado las negociaciones, se acerco, asomo la cabeza en aquel lugubre pasillo y me encontro temblando de frio, miedo y medio adolorido todavia.
Con un guiño complice me dijo, -¿Estas bien?, ¿Por que no revisamos esa cabeza y despues arreglamos la bici de mami, antes que se de cuenta?
Los golpes y raspaduras resultaron no ser de cuidado, y con las habilidades de mi viejo, ni la propia dueña pudo notar los arreglos. Luego fue tiempo de de las disculpas y el hacerse cargo de la macana, ya que es asi como crecemos haciendo frente a los errores aunque todo se vuelva oscuro.
Ese dia me di cuenta de que en casa, tenia mi mejor amigo, un compinche especial que siempre estaria a mi lado. Ademas, con sus consejos gane respeto en el barrio por mi valentia, lo que mas tarde me permitio tener muchos amigos de esos que nunca mas se olvidan.
Por fin logre unirme a las patrullas, ya que no solo habia ganado mi lugar en sus filas, sino que ahora era parte de una leyenda que se contaba en cada esquina, la leyenda de la chatarra 514 y su jinete volador.
Fin.-

lunes, 13 de julio de 2015

Gelido despertar

Apenas entrecerró los parpados, el gélido viento le susurro al oído aquella vieja canción. Esa melodía que otrora acompañara el suave crepitar de los leños abrazados por las llamas. Ya casi no podía sentir el calor. 
Trato de arroparse para que le frio que empezaba a penetrar su vieja osamenta se mantuviera a raya, mas no lo conseguía, estaba empecinado en recordar. 
Frotándose las manos, intento sentir el deleite por la danza aromática de aquella taza de café, mas solo era dueño del vacío.

Se dio vuelta, ahora con su rostro endurecido por el frio, a un palmo de la helada pared de la que chorreaba la condensación de fluidos inmundos, se esforzaba por sentir esa ultima lagrima recorriendo su mejilla.
Otra vez, trato de arroparse, mas ese trozo de cartón no lo cubría del todo, esa dura vereda, esa sucia pared, ese nauseabundo olor, no se resignaban a dejarlo soñar para salir de su triste e injusta realidad.