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abía algo que
no podían darle, algo que nadie podía regalarle, algo que solo se puede enseñar
a conseguir, lo importante de construir algo más grande que uno mismo.
Fue, allí
entre el piso de parquet y el techo alto de chapas, donde encontró a otras tantas
como ella, parecidas pero diferentes, todas partes de lo que sin saber, con
cada entrenamiento, pronto convertirían en un equipo.
Con su
sudor, regó de aro a aro ese rectángulo, aprendiendo a correr, a tirar, a
saltar cada vez más alto, cada vez con más fuerza y estilo, pero sobre todo, aprendiendo
a confiar en sus compañeras, a comprometerse, a caer y a volverse a levantar.
Cada
domingo, a pesar del cansancio, del frió, del calor, de la distancia, vestida con sus ropas rojas y azules, y demostró el significado
del sacrificio.
Pronto descubrirá,
en sus partidos, que a pesar del resultado, el triunfo más grande es el que
vive, cada vez que con el cinco en la espalda recorre junto a otros las canchas
de la vida.
CUANTO CARIÑO Y ADMIRACIÓN EN EL RELATO DE UN PADRE ORGULLOSO. DISFRUTO MUCHO DE LAS HISTORIAS UN GUSTO LEERTE LEO.
ResponderEliminarMuchas gracias Marcela!!!
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