Presentación:

« Las palabras con las que nombramos lo que somos, lo que hacemos, lo que pensamos, lo que percibimos o lo que sentimos son más que simplemente palabras. Y por eso las luchas por las palabras, por el significado y por el control de las palabras, por la imposición de ciertas palabras y por el silenciamiento o la desactivación de otras, son luchas en los que se juega algo más que simplemente palabras..»

Jorge Larrosa

domingo, 12 de octubre de 2014

Mares

A
doraba visitar la antigua casa de sus abuelos, donde el pasado se había estancado en el presente evitando fluir.
Allí, entre gruesas paredes, altos techos y pisos de madera oscura, añoraba el ayer como si lo hubiese vivido. Incluso la antigua radio dispuesta en el centro del estar, emitía todavía esas canciones de antaño, cuyas melodías lo invitaban a
soñar, mientras se sentaba placenteramente en el señorial sillón de cuero, iluminado por los brillos de mil facetas provenientes de la imponente araña.
Aquella tarde, en la habitación de enseres, encontró un espejo cubierto de polvo, de marco de madera torneada, con una altura fuera de uso en estos días. Al pasarle la mano descubrió aquella dama, cuya hermosa mirada lo cautivo para siempre. Dibujando con la sobre el polvo, develo por completo aquella delicada silueta que permanecía en silencio, muy quieta, mirándolo profundamente.
En esa imagen, a diferencia de su mundo, lo antiguo cobraba vida señoreándose con el color ocre de lo antiguo.
Quizás algún otro  día encuentre el coraje necesario para cruzar el umbral, una vez del otro lado, la besaría  y en ese instante  atravesara los mares del tiempo.



Soledad

S
olo, con la soledad más absoluta, aquella que aun en compañía de otros no se puede sortear.
Las diferencias son las que separan, son las que aíslan. Allí, diferente a todos, un silencio atroz lo rodeaba.
El entendimiento, ese debelar códigos comunes, que le negaba la comunicación.
Ni siquiera podía morir, ya que morir significaba dejar de existir para los demás, y allí, estaba solo.


Saber escuchar

E
sto pasara eventualmente, si no ha pasado ya.
Esta es la historia de un tal Sánchez, pero podría ser la historia de otros tantos.
Era un tipo común, disfrutaba de las pequeñas cosas, no tenía grandes
posesiones, su mayor tesoro era una radio Spica, con protector de cuero negro.
Todas las tardes oía el programa de radio novelas, sentado en un banquito de madera, acercando el pequeño aparato a la oreja.
Esa novela le parecía conocida, contaba la historia de un hombre que sentado en un banquito de madera, acercando el pequeño aparato a la oreja escuchaba el destino de la humanidad .


sábado, 11 de octubre de 2014

Decisiones

L
o llamo la gerencia, ¿que querría, de él? Si llevaba durante años el mismo bajo perfil, que el potus de la oficina...
Sentado ante aquel señorial escritorio, escucho la oferta: el retiro voluntario, diez vales para el comedor, un sector del estacionamiento privado o los servicios amatorios de la secretaria de liquidaciones.
Dudaba, mientras lo observaba la mesa directiva.
El segundo del gerente, se contorsionaba nervioso en el sillón, mientras lo miraba esperando la decisión.
Firmo por el sector de estacionamiento, aunque levanto las sospechas de todos, ya que él no tenía vehículo.