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e sentía común,
nunca había sobresalido del resto, mas su origen estuvo en la fundación de
Tebas, allí donde no existían. De la muerte de una serpiente, a la que le arrancaron
dieciséis dientes, los que fueron sembrados y de los que se cosecharon dieciséis
culebras como símbolo de las primeras dieciséis.
A veces,
ninguneada, relegada por su posición, la vigésima, o la decimosexta consonante
para algunos, la decimonovena para los latinos, nunca pudieron desligarla
de su femenina y grandiosa condición.
Ese, sola,
eses en formidables grupos, que la mas de las veces dio cuenta del plural.
Constante
obstruyente, fricativo, alveolar y hasta sordo su sonido la precedió, bella, y
en superlativo, bellísima.
Solo temió a
la ignorancia, que a esa alta, podía hacer desaparecer definitivamente…
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