E
|
l día había sido más duro de lo normal, el trabajo, los
niños, la gente en las calles, todo se había combinado para que el agobio le
pesara como una monumental carga.
Tomo una ducha caliente, tratando de que cada gota en su
recorrida arrastrase algo de su saturación. Luego, se preparó una infusión de hierbas,
cuyo aroma completaba la suave penumbra de su habitación, invitándolo al sueño.
Casi había sucumbido al primer pestañeo profundo, cuando ese ruido chirriante
lo trajo de nuevo al mundo material, tan pronto como el sonido de una vajilla
al estallar contra el suelo. Inconscientemente trato de obviar aquel disturbio,
sin darle más importancia que la de un hecho aislado. Pero aquella sinfonía del
infierno estaba muy lejos de su final, ubicándose más bien en el preludio, otra
vez cryp, cryp, cryp... Prendió la luz de la habitación, y de pronto el sonido
ceso por completo. Apago las lámparas y una vez más, traído de las alas de mil
demonios, cryp, cryp, cryp... No solo encendió las luminarias de las que disponía,
sino que empezó una frenética búsqueda, moviendo, arrancando y arrojando todo
cuanto se interpusiera en su paso, pero melodía luciferina seguía y seguía, inútil
era encontrar su fuente emisora. Cerro con un golpe la puerta de la habitación,
tratando de encerrar a aquel brutal enemigo, y se trasladó al estar, tomando posición
en el mullido sofá, quien oficiaría en la contingencia como lecho. Se entregó
por fin al descanso tan ansiado, ubicándose con la mirada puesta en la puerta
de entrada.
Imagino ahora, un ejército de demonios chirriones, que se movían en
prolija formación tomando terreno hasta su dintel, decididos por completo a
reivindicar a su emisario. Se tomó el rostro con ambas manos avergonzado por
darle rienda suelta a su imaginación. Se dio media vuelta y a los pocos
minutos, entraba en un sueño profundo. Cryp, cryp, el sonido por miles invadía
ahora toda la casa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario