Presentación:

« Las palabras con las que nombramos lo que somos, lo que hacemos, lo que pensamos, lo que percibimos o lo que sentimos son más que simplemente palabras. Y por eso las luchas por las palabras, por el significado y por el control de las palabras, por la imposición de ciertas palabras y por el silenciamiento o la desactivación de otras, son luchas en los que se juega algo más que simplemente palabras..»

Jorge Larrosa

martes, 13 de agosto de 2013

Una fría mañana de Julio


Era otra mañana fría de Julio, la oscuridad todavía cubría la ciudad. El transito corría como si fuera una manada de animales alocados tratando de llegar vaya a saber uno dónde. Una especie de bruma generaba una aureola amarillenta en la luz de calle. En la parada se amontonaban las mismas personas de siempre, con el tiempo había aprendido a reconocerlos. Se había disfrazado con su ropa gris de oficina y había tomado su lugar en la larga fila que lo llevaría a ese colectivo 60.

Subió último, aunque su lugar promediaba la larga fila, creía que debía mostrarles a los demás que aun alguien creía en la caballerosidad. Saludo al chofer, deseándole buen día, como de costumbre no recibió a cambio ni un gruñido, no le importaba, creía que este acto humanizaba un poco la automática rutina. Una a una introdujo sus monedas, y espero el boleto. Paso a paso se dirigió a esos últimos asientos dobles, por lo común vacíos, que eran “su” lugar, desde allí contemplaba los avatares del mismo viaje de los últimos 20 años.
Se sorprendió al ver que uno de los asientos estaba ocupado. Una larga cabellera castaña, se corría y dejaba ver ese rostro, tan familiar, tan hermoso. Esos iris marrones lo llevaron al abismo de sus pupilas y allí cayó, eternamente por un túnel, la velocidad era incomprensible, solo veía siluetas en forma de vortex, colores entremezclados, sin sonidos, el silencio era absoluto.

El túnel terminó, lo conectó con otro lugar, uno querido, familiar, una cocina armónicamente decorada, donde los colores pasteles y beige se entrelazaban, una ventana mostraba los primeros rayos de un sol brillante, apenas presente en un cielo azul claro.
El silencio se rompió de golpe:-Cielo, ¿más café?, frase que parecía continuar una conversación anterior. Asintió, ella sonrió, siguió cautivado por sus ojos y ahora podía ver esos hoyuelos a ambos lados de sus finos labios. Siguió el desayuno, con una conversación tranquila, se sentía feliz de estar a su lado,  seguro como nunca antes, sin desear otra cosa que quedarse con ella. Nunca había sentido esa conexión. Se acercó y la rodeo con sus brazos, podía sentir su corazón latiendo al unísono con el suyo. Se sentía abrigado, contenido, feliz, completo.
Un fuerte movimiento, entremezclo todas las imágenes y colores, cayo otra vez en el abismo de sus ojos, otra vez el silencio, los colores en vortex, el colectivo que frenaba en la terminal y todos los pasajeros que se empujaban para tratar de salir unos por encima de los otros. Ella le devolvió una sonrisa y pidió permiso para pasar.
Se perdió en la multitud, él todavía estaba shoqueado, no entendía. Caminaba como un autómata, pensaba, trataba de comprender. No podía haber sido solo un sueño, fue real, se decía una y otra vez.
Al llegar a la puerta de metal en doble altura que franqueaba el ingreso a su trabajo, un brillo especial se apodero de su mirada, tenía una posible explicación. Todo aquello había sido cierto, en algún otro universo, en algún otro tiempo, estaban juntos,  tenían una vida, eran felices.
Atravesó el umbral con una sonrisa en el rostro, pensando que quizás ese universo esté en su futuro.


Fin.-

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