|
u niñez no fue diferente a la
de cualquier chico de barrio, perteneciente a una familia trabajadora de clase
media. Era activo y curioso pero nadie le atribuía rasgos de inteligencia más
allá de lo normal.
Sin embargo, desde muy
pequeño, sintió que algo no estaba bien, algo no encajaba con lo que todos
aceptaban de la realidad
Su juventud transcurrió sin
grandes sobresaltos, si bien algunos lo calificaban como muy inteligente, nadie
le dio algún crédito por ello. Respecto a sus estudios, parecía no dar con su
vocación, estudio toda carrera que tuviera
a los números como protagonistas.
Leía cuanta publicación de
divulgación científica, llegaba a sus manos, algunos creían que le gustaba
hacerlo, pero en realidad, el buscaba afanosamente, algo; no sabia que, pero
ese algo debía dar respuesta a ese vacío que sentía, esa sensación de que al
rompecabezas de la realidad, le faltaban piezas.
Fue entonces cuando sucedió, podría
haber sido en cualquier momento, años atrás, años después, pero si hubiese
pasado antes, quizás el no hubiera tenido la formación que le permita darse
cuenta de lo que tenia frente a sus ojos.
Muchas veces pasan delante nuestro
soluciones a problemas que no entendemos, y por ello no las reconocemos.
Fue una moneda, una simple y
común moneda, la que inspiro el pensamiento, que pasa si se arrojar una moneda
al aire, ¿caerá con la cara hacia arriba?, ¿hacia abajo?¿no hay una sola
respuesta, verdad?
Cualquiera “sabe”, que no
existe una sola respuesta, sino que existe una probabilidad, y que esta se
relaciona con la cantidad de tiradas y las opciones (en este caso dos), y digo
“sabe” por que sabe a la sobra de las teorías que modelan nuestra realidad; pero
el no lo sabia o mejor, sabia otra cosa, o no quería saber, se sumergió de
pronto en un abismo, en una idea que lo atrapo y lo envolvió. Ya no pudo pensar
en otra cosa, ya no pudo hablar mas, debía terminar de construir esa idea, por
fin lo había encontrado, lo que faltaba, lo que el mundo no veía, lo había encontrado
por fin, en el desorden, en los giros aéreos de un trozo de metal con el rostro
de un sol brillante, pudo verlo, pudo saberlo, el azar no existía.
Minuto a minuto, iba
dibujando su teoría, y se maravillaba con lo simple de sus trazos, de la
importancia que tendría, ya nadie podría atribuir su destino a la suerte o al
azar, el determinismo daría un golpe abrumador.
Pensaba, la moneda, la moneda
era quien le había mostrado el camino, si esa moneda al ser arrojada caía con
una secuencia como cara (C), seca (S), CC, S, CC, SSS, … todos dirían que el siguiente resultado
dependía del azar, pero el no, el sabia que tal cosa no existía, ahora lo sabia bien, sabia
que si se contaba con una serie lo suficientemente larga, tal que permita la
comparación con uno de sus tramos, se encontraría un segmento común, con la
diferencia que en la serie primaria ese segmento contendría el siguiente
resultado. Y no solo eso, sino que esa serie contendrían todos los resultados
de todas las posibles preguntas, situaciones, eventos.
Debía comprobarlo, debía
hacerlo, pero ¿cómo construiría esa serie casi infinita?, una serie cíclica de
radio infinito, si, ese anhelo lo desvelaba.
Un programa informático, hoy
la capacidad y la velocidad de una computadora lo haría posible, hoy podía hacerlo,
no hacía falta demasiado, solo el código correcto.
Escribió cada línea de
código, sin descanso, sin pausa, lo consumía por completo, había olvidado su
vida, el cordón que lo había mantenido con los pies en la tierra sea había
cortado, solo probar la teoría, podría devolverlo al mundo.
Por fin estaba todo
dispuesto, solo debía confirmar con una tecla la orden, caviló, dudo, ¿era
justo que el reclame todo lo que se puede saber? De pronto su dedo actúo por
si, siguiendo las órdenes de la inconciencia, ya estaba hecho el programa
corría con inmensa velocidad y generaba la serie cíclica, madre de todas las
series, habría que darle tiempo, crecía exponencialmente, solo unos minutos
más.
Los minutos, se hicieron
edades del mundo, todo había perdido parámetro, el se permitía ahora pensar en
el futuro, como seria le mundo sin el azar, como seria conocer todo, saber el
fin de cada camino, el resultado de cada elección, simbolizados en los
giros y el devenir de una moneda lanzada
al aire.
La serie crecía, era ya más
extensa que cualquiera conocida, pronto podría probar su teoría, CCCCCC, S, C,
S, CCC, SSSSS, CSSS, SS….Pronto no habría mas dudas.
Nadie podría ser engañado, ya
no más, todos sabrían todo, ya no habría diferencias, seria como entender la
mente del creador.
Las letras inundaban la
pantalla, CCCCCC, S, C, S, CCC, SSSSS, CSSS, SS….
Pero, ¿hacia lo correcto?,
otra vez la duda, otra vez mil, millones de voces lo increpaban, nada tendría el mismo gusto, nada tendría la
misma emoción, todo estaría determinado, toda existencia estaría definida en la
serie, nadie podría escapar, el asombro, la ilusión, desparecerían con el azar.
El no podía arrogarse esa
decisión, no podría perdonarse acabar con la esencia de la humanidad, lo
imprevisible y efímero de nuestras vidas, lo que realmente nos emociona, y nos
lleva a crear.
El no podía, no debía, ¿Cómo
detenerlo? ¿Como detenerse? Por vez primera quiso no saber, no armar ese
rompecabezas, quiso aceptar que las piezas no encajen.
Enloqueció, solo veía la
serie en la pantalla, solo veía el final, el punto que marcaria el fin de lo
imprevisible.
En un arranque de
desesperación se incorporo y arrojo la computadora al piso, chisporroteo, se
quebró, la pantalla mostró una ultima vez la serie, pudo ver …SS, CCCS, S, C,
S, S, punto final, la pantalla vacilo, y se apago, se apago y ya no mostró nada
más.
Fin.-
No hay comentarios:
Publicar un comentario