Presentación:

« Las palabras con las que nombramos lo que somos, lo que hacemos, lo que pensamos, lo que percibimos o lo que sentimos son más que simplemente palabras. Y por eso las luchas por las palabras, por el significado y por el control de las palabras, por la imposición de ciertas palabras y por el silenciamiento o la desactivación de otras, son luchas en los que se juega algo más que simplemente palabras..»

Jorge Larrosa

martes, 13 de agosto de 2013

La recurrencia infinita


u niñez no fue diferente a la de cualquier chico de barrio, perteneciente a una familia trabajadora de clase media. Era activo y curioso pero nadie le atribuía rasgos de inteligencia más allá de lo normal.
Sin embargo, desde muy pequeño, sintió que algo no estaba bien, algo no encajaba con lo que todos aceptaban de la realidad
Su juventud transcurrió sin grandes sobresaltos, si bien algunos lo calificaban como muy inteligente, nadie le dio algún crédito por ello. Respecto a sus estudios, parecía no dar con su vocación, estudio toda  carrera que tuviera a los números como protagonistas.
Leía cuanta publicación de divulgación científica, llegaba a sus manos, algunos creían que le gustaba hacerlo, pero en realidad, el buscaba afanosamente, algo; no sabia que, pero ese algo debía dar respuesta a ese vacío que sentía, esa sensación de que al rompecabezas de la realidad, le faltaban piezas.
Fue entonces cuando sucedió, podría haber sido en cualquier momento, años atrás, años después, pero si hubiese pasado antes, quizás el no hubiera tenido la formación que le permita darse cuenta de lo que tenia frente a sus ojos.
Muchas veces pasan delante nuestro soluciones a problemas que no entendemos, y por ello no las reconocemos.
Fue una moneda, una simple y común moneda, la que inspiro el pensamiento, que pasa si se arrojar una moneda al aire, ¿caerá con la cara hacia arriba?, ¿hacia abajo?¿no hay una sola respuesta, verdad?
Cualquiera “sabe”, que no existe una sola respuesta, sino que existe una probabilidad, y que esta se relaciona con la cantidad de tiradas y las opciones (en este caso dos), y digo “sabe” por que sabe a la sobra de las teorías que modelan nuestra realidad; pero el no lo sabia o mejor, sabia otra cosa, o no quería saber, se sumergió de pronto en un abismo, en una idea que lo atrapo y lo envolvió. Ya no pudo pensar en otra cosa, ya no pudo hablar mas, debía terminar de construir esa idea, por fin lo había encontrado, lo que faltaba, lo que el mundo no veía, lo había encontrado por fin, en el desorden, en los giros aéreos de un trozo de metal con el rostro de un sol brillante, pudo verlo, pudo saberlo, el azar no existía.
Minuto a minuto, iba dibujando su teoría, y se maravillaba con lo simple de sus trazos, de la importancia que tendría, ya nadie podría atribuir su destino a la suerte o al azar, el determinismo daría un golpe abrumador.
Pensaba, la moneda, la moneda era quien le había mostrado el camino, si esa moneda al ser arrojada caía con una secuencia como cara (C), seca (S), CC, S, CC, SSS, …  todos dirían que el siguiente resultado dependía del azar, pero el no, el sabia que tal cosa no existía, ahora lo sabia bien, sabia que si se contaba con una serie lo suficientemente larga, tal que permita la comparación con uno de sus tramos, se encontraría un segmento común, con la diferencia que en la serie primaria ese segmento contendría el siguiente resultado. Y no solo eso, sino que esa serie contendrían todos los resultados de todas las posibles preguntas, situaciones, eventos.
Debía comprobarlo, debía hacerlo, pero ¿cómo construiría esa serie casi infinita?, una serie cíclica de radio infinito, si, ese anhelo lo desvelaba.
Un programa informático, hoy la capacidad y la velocidad de una computadora lo haría posible, hoy podía hacerlo, no hacía falta demasiado, solo el código correcto.
Escribió cada línea de código, sin descanso, sin pausa, lo consumía por completo, había olvidado su vida, el cordón que lo había mantenido con los pies en la tierra sea había cortado, solo probar la teoría, podría devolverlo al mundo.
Por fin estaba todo dispuesto, solo debía confirmar con una tecla la orden, caviló, dudo, ¿era justo que el reclame todo lo que se puede saber? De pronto su dedo actúo por si, siguiendo las órdenes de la inconciencia, ya estaba hecho el programa corría con inmensa velocidad y generaba la serie cíclica, madre de todas las series, habría que darle tiempo, crecía exponencialmente, solo unos minutos más.
Los minutos, se hicieron edades del mundo, todo había perdido parámetro, el se permitía ahora pensar en el futuro, como seria le mundo sin el azar, como seria conocer todo, saber el fin de cada camino, el resultado de cada elección, simbolizados en los giros  y el devenir de una moneda lanzada al aire.
La serie crecía, era ya más extensa que cualquiera conocida, pronto podría probar su teoría, CCCCCC, S, C, S, CCC, SSSSS, CSSS, SS….Pronto no habría mas dudas.
Nadie podría ser engañado, ya no más, todos sabrían todo, ya no habría diferencias, seria como entender la mente del creador.
Las letras inundaban la pantalla, CCCCCC, S, C, S, CCC, SSSSS, CSSS, SS….
Pero, ¿hacia lo correcto?, otra vez la duda, otra vez mil, millones de voces lo increpaban,  nada tendría el mismo gusto, nada tendría la misma emoción, todo estaría determinado, toda existencia estaría definida en la serie, nadie podría escapar, el asombro, la ilusión, desparecerían con el azar.
El no podía arrogarse esa decisión, no podría perdonarse acabar con la esencia de la humanidad, lo imprevisible y efímero de nuestras vidas, lo que realmente nos emociona, y nos lleva a crear.
El no podía, no debía, ¿Cómo detenerlo? ¿Como detenerse? Por vez primera quiso no saber, no armar ese rompecabezas, quiso aceptar que las piezas no encajen.
Enloqueció, solo veía la serie en la pantalla, solo veía el final, el punto que marcaria el fin de lo imprevisible.
En un arranque de desesperación se incorporo y arrojo la computadora al piso, chisporroteo, se quebró, la pantalla mostró una ultima vez la serie, pudo ver …SS, CCCS, S, C, S, S, punto final, la pantalla vacilo, y se apago, se apago y ya no mostró nada más.

Fin.-

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