Presentación:

« Las palabras con las que nombramos lo que somos, lo que hacemos, lo que pensamos, lo que percibimos o lo que sentimos son más que simplemente palabras. Y por eso las luchas por las palabras, por el significado y por el control de las palabras, por la imposición de ciertas palabras y por el silenciamiento o la desactivación de otras, son luchas en los que se juega algo más que simplemente palabras..»

Jorge Larrosa

jueves, 14 de agosto de 2014

El ultimo ejemplar

Se habían instalado en este pueblito del interior con la esperanza de poder empezar una vida distinta, lejos de la ciudad y su cultura acelerada.
Quizás otro negocio habría prosperado, pero él había elegido una pequeña librería, un lugar de ensueño, cálido, para quienes gustan de recorrer pisos de madera por el olor y el crujir de tablas bajo los pies, donde cada libro se acuna en un sitio perfectamente propio.

Claro, el público para estos lugares no se amontonaba en la vereda, pero alcanzaba como para subsistir. Él estaba feliz, no tenían grandes lujos, pero disfrutaba de poder estar donde quería, haciendo lo que amaba.
Una mañana como cualquier otra, entro al local un forastero con toda la apariencia de un vendedor de editorial. Se presentó con una sonrisa apacible en el rostro, sin apuro, como disfrutando del momento, y saco de su portafolios cuatro ejemplares de una cobertura color verde viejo, con un símbolo extraño en el centro. Los apoyo sobre el mostrador y dijo – Estos ejemplares son especiales, pertenecen a una impresión única de cinco ejemplares en total, cada uno de ellos guarda un capitulo y todas sus demás páginas en blanco. Ese capítulo es único en cada ejemplar. Hace tiempo busco el quinto libro, dedique mucho tiempo y esfuerzo, pero todo ha sido en vano. Creo que es tiempo de desprenderme de ellos, y dejar la búsqueda en otras manos.
Mientras el librero ojeaba las páginas escritas en finas letras de uno de los libros, Aquel extraño salía por la puerta con la misma sonrisa con la que había entrado, se lo podía ver en fuera del comercio, en la vereda, respirando como liberado, miro hacia adelante y partió.
El hubiese querido preguntar más, incluso quizás reusarse a aquella imposición, pero sin darse cuenta, ya lo había atrapado ese texto tan curioso que había empezado a leer: “Esta es la historia de los tiempos…” seguían caracteres incomprensibles, líneas más abajo: “solo podrá comprenderla quien…”


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