Una sociedad cuyos
cimientos se han corrompido al punto tal de que la misma justicia es
cuestionable, espera como un castillo de naipes la más leve brisa para
desmoronarse.
Era
un hombre común, con un trabajo común, con una vida común, nadie habría sospechado
nada de él, de hecho su existencia era ignota para casi la mayoría de las
personas de su entorno. No se le conocían intereses ni iniciativas.
Eso
si, era habido de los temas de interés nacional, conocía a cada funcionario y
ministro publico, seguía a través del diario matutino y el noticiero central el
devenir de las cuestiones del país.
A pesar de todo lo que
ocurría parecía que todavía conservaba la esperanza en un mañana mejor, se
negaba a darse por vencido ante la creciente e inmoral corrupción, que parecía
haberse adueñado de todos los esquemas públicos y privados.
Pero
entonces esa noticia parecía haber sido la ráfaga que golpeo al castillo de
naipes, quizás por su ubicación en la pagina central del diario, a contra hoja
de la niña que moría por desnutrición, ese funcionario que hasta antes de
empezar su mandato tenia una modesta casa en el interior y un auto de serie,
hoy se fotografiaba en su flamante mansión, o viajando en su deportivo
importado, o peor aun vacacionando en esa playa selecta de Copa Cavana.
No
tuvo que planear demasiado el asunto, estos personajes se sienten tan
omnipotentes que suelen restregarle al público su impunidad.
Saco su reliquia del
armario, ese antiguo Mausser semiautomático que perteneció a su abuelo, lo puso
en su funda de transporte y se dirigió a la terraza de aquel edificio que por
las tardes custodiaba, espero pacientemente, sabia que aquel personaje pasaría
con su descapotable por la calle Arenales y que en el semáforo con Alberti, su
posición era inmejorable para un tiro limpio y directo.
Abrió
un chocolate, pero solo pudo darle un mordisco, ya que el automóvil rojo que
esperaba, acababa de doblar la esquina. Acomodo el rifle, apunto a su objetivo
y apoyo suavemente el dedo en el gatillo, solo dijo entredientes una frase
"traidores a la patria", no hubo casi alboroto, el impacto fue
perfecto, entro por la parte occipital derecha y en su recorrido despedazo todo
el flanco izquierdo de la cabeza. Mientras llegaba la policía y los medios,
guardo tranquilamente su herramienta y desapareció en las sombras.
Camino
con la tranquilidad de que nadie investigaría por miedo de implicar a algún
otro funcionario corrupto, debía descansar, tenia mucho trabajo por hacer.
Continuara...
¡Que linda manera de hacer catarsis Leo!!!! Porfi avisá si te llegan a hacer falta algunas municiones... ¡Muy bueno!!!
ResponderEliminarMuchas gracias!!!
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