El
tiempo de la vida humana no es más que un punto, y su sustancia un flujo, y sus
percepciones torpes, y la composición del cuerpo corruptible, y el alma un
torbellino, y la fortuna inescrutable, y la fama algo sin sentido. MARCO AURELIO
M
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aría
Pía era una joven estudiante de periodismo, profesora de historia y una gran
lectora de novelas policiales. Hace algunos años alquilaba un pequeño
departamento cerca del trabajo donde vivía sola, con visitas de ocasión que
pronto despedía, sus padres veían con agrado esta situación aunque preferirían
estar ya disfrutando de los nietos.
En el
comienzo del día su costumbre era detenerse en el bar que estaba a dos cuadras
del colegio nacional, el café de fuerte aroma se entremezclaba con el olor a
madera vieja de su antiguo mobiliario, y aunque esto podía ser razón
suficiente, seria mentira decir que era la única. La otra razón quizás más
poderosa que la primera, se relacionaba con un hombre de anteojos con ese
atractivo que pocos despertaron en ella. Se sentaba frente a su mesa, y trataba
de parecer ocupada en sus asuntos, aunque el apenas le daba importancia. Solía
esperar varios minutos hasta que el terminaba de husmear el periódico del día,
pagaba su mesa y salía, no sin antes saludarla llevando sus dedos a la cien.
Luego
ella también pagaba su cuenta y salía presurosa a continuar con su vida, por lo
común no volvía a pensar en el hasta el otro día.
Esa
mañana todo había transcurrido como siempre, esperaba a su partener leyendo la
agenda cultural de la semana, se acercaba la noche de los museos, y hace meses
preparaba su recorrido. El entro como de costumbre, precedido por ese delicado
perfume de su loción para después de afeitar, con su traje oscuro y esa camisa
de un inmaculado blanco.
Se
lo veía nervioso, la rutina del periódico parecía no satisfacerlo, de repente
vio cómo se acercaba a su mesa y empezaba una conversación casual. Trato de no
aburrirlo, ni parecer muy habladora, contesto con sonrisas sutiles a las frases
galantes que él le dispensaba. El, le pidió su Tablet, necesitaba realizar una búsqueda,
temblorosa se la acerco y trato de no inmiscuirse, no quería que la creyera una
chismosa.
No pudo
refrenar sus instintos y como distraída en la charla, miro el contenido de la
pantalla, avisos fúnebres? Qué clase de asunto era ese? Que buscaría allí? Sus
miradas se cruzaron por un momento, el devolvió el aparato con cortesía, y escribió
unas notas numéricas en una servilleta. Luego saludo, pago la cuenta y salió
hacia la calle.
Ella
no hizo más que seguir un impulso, no podía dejarlo ir así, quedo turbada por
la extraña situación, sin pensar salió tras de él.
Cuando se cerró
el pesado portal tras de sí, todo fue oscuridad, pronto una luz tenue fue
testigo de un nuevo cruce de sus miradas, esta vez el respiraba entrecortado, parecía
asustado, al verla el asombro se dibujó en sus pupilas.
Había
poco por decir, poco tiempo para pensar, el sonido de otros pasos se acercaban
desde la oscuridad.
Me encantó que la segunda parte sea la otra perspectiva de los acontecimientos!
ResponderEliminarBueno, lograste crear una buena situación de suspenso, espero la continuación. Muy bueno Leo
ResponderEliminarMe encantó... Te felicito.
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