“Habían atravesado la capa de nubes y un sol radiante bañaba todo el interior del avión”.
Se tomaron las manos, sabían que una vida quedaba atrás. Cada uno evaluó lo que dejaban, familia, amigos, afectos, esa crisis enorme que les negaba un futuro.
Trataron de confortarse, la madre patria los cobijaría, después de todo el país que dejaban había recibido a sus abuelos en el peor momento, y antes que eso había financiado con sus recursos tantas crisis del viejo continente. Quien se atrevería a negarlo y cerrarles la puerta.
Se aferraron a los pasaportes sudacas mientras sus lágrimas los bañaban de realidad, los esperarían como parias, pero la decisión estaba tomada, no había vuelta atrás.
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