Presentación:

« Las palabras con las que nombramos lo que somos, lo que hacemos, lo que pensamos, lo que percibimos o lo que sentimos son más que simplemente palabras. Y por eso las luchas por las palabras, por el significado y por el control de las palabras, por la imposición de ciertas palabras y por el silenciamiento o la desactivación de otras, son luchas en los que se juega algo más que simplemente palabras..»

Jorge Larrosa

martes, 6 de diciembre de 2016

El bar de los éxitos guardados

U
na brisa tibia acariciaba las caras sonrojadas, trayendo en su interior los aromas de las plantas que colgaban de los balcones, podía con cada refrescante inhalación sentir cada una de ellas.
Zigzagueaba el adoquinado, buscando resguardo a mi inmensa tristeza, la angustia me oprimía profundamente pecho.
Entre a ese bar donde el tiempo se había detenido hace años, pisos de madera crujientes bajo mi andar, un ventilador de techo que se resistía a su trabajo, todo un ambiente imbuido en un tango de melodía infinita.
En la barra tres figuras sombrías se mantenían inmóviles como sumergidos en aguas oscuras y desteñidas.
Me ubique  junto al primer  candidato, quien reponiéndose rápidamente, parecía volver a la vida invadido ahora de nuevos colores y palabras: -Había que verme corriendo la cancha, de extremo a extremo, no pifiaba un tiro, “Dale campeón! Dale campeón!!” me gritaba la hinchada, todos lo decían mi futuro estaba en alguna liga europea, incluso la albiceleste tendría mi nombre en la espalda junto al número cinco; pero ese día fatídico, se había escrito el PRODE de mi destino, un nudo aprisionaba mi aliento, lo sentí, lo sentí, muy adentro y cuando debí aguantar el tirón, cuando debí jugarme y patear ese tiro con el alma,  zozobre, me deje ganar por el miedo, perdí, perdí mi chance…Luego de esta última palabra los tintes del fulano parecían diluirse, volviendo al plomo mas opaco.
El gemido del fuelle seguía en el aire… y el ambiente nebuloso arremolinándose, me empujó hacia adelante.
El segundo parroquiano, que había permanecido quieto, como sin vida, empezaba ahora a moverse cuando todavía no me había sentado junto a él. Ni bien me acomode en el taburete, el otro hora  incoloro,  pasaba su camisa de un ocre,  al más vivido color rojo punzo. Pronto lo oía relatar acerca de sus carreras…-Eran otros tiempos, los autos eran bólidos de acero puro motor, rugiendo por los caminos de tierra, donde el calor te mantenía al borde del infierno. Había ganado carreras por todo el país, me reconocían y vivaban en cada pueblo, los colores de mi escuadra vestían a chicos y grandes. La fórmula mundial tenía un lugar reservado para quien lo supiera ganar, esa carrera, esa última  y condenada contienda… el aire ahogado en mi interior, la garganta seca, era la hora de la verdad, debía acelerar a fondo, a fondo y dejar que el viento me lleve en su corrida, pero no pude, levante el pie y perdí. Al instante se petrifico y los pigmentos parecían irse como barridos por un chorro de agua.
Otra vez la música en primer plano, otra vez la niebla y su embrujo…
El tercer tipo empezaba a totalizarse, y pronto me vi sentado a su lado, pitaba un cigarro fragante, mientras profería profundas bocanadas de humo.
Una lágrima como congelada, ahora se hacía liquida y le recorría la mejilla:
-Éramos uno, potro y hombre, no se distinguía donde terminaba uno y comenzaba otro, recorríamos los éxitos de cada galopeada, sentía la opresión…

No lo deje terminar, salte de mi sitio y apure el paso, mientras caminaba e iba rompiendo los lazos de la bruma que intentaban detenerme. Ahora lo entendía, era el ahogo, la opresión, el  aliento a cuenta gotas, el saberse morir un poco, antes de la encrucijada, ahora la reconocía bien, era la oportunidad de una vida,  no la dejaría pasar, debía ir a su encuentro, no me perdonaría llorar eternamente su ausencia…

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