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favor les habían hecho a los amantes del balón pie, las camarillas, los
sindicatos de futbolistas y los mismos artífices del juego, tanta huelga, tanto
farandulerismo, tanto capricho…hasta aquel fatídico campeonato del 2020 el
famoso año de la pelota pinchada, una huelga brutal en la que no se jugó ni un
partido de potrero. Fue entonces que las empresas, los mega medios y las
cadenas decidieron instalar otro deporte de masas, y se dieron a la monumental tarea
de hacer de la bolita con guantes “el” deporte mundial.
Surgieron
equipos profesionales, jugadores bajo estrictos contratos, que literalemente pertenecían
a las cadenas, entrenadores, opinologos, estrategas, toda un recambio.
Por
otro lado todos los barrios tenían su bolillodromo, con diferentes opis, de
libre entrada, donde adultos y niños se congregaban para jugar con sus punteras
más brillantes.
Las
escuelas, los trabajos, los clubes de barrio y hasta la iglesia se habían convertido
en excusas para juntarse y hablar/opinar de la última partida y ¿porque no?,
ensayar algún tirito.
En
horario central, todos se habían convocado frente a las pantallas, incluso los automovilistas
y todos aquellos que no tenían acceso a ellas, sintonizaban sus receptores para
por lo menos escucharlo, hablaba al mundo, dando cátedra, el bolillologo especialista
Washintong Sarlanga: -Eh, nosostro estamo bien. Queremo dar el 110% en el
juego, vamo por la gloria!!! Este último juego será de vida o muerte, mientras
tengamos la bolita y la hagamos rodar, el triunfo es posible. Tengo fe, somos
un grupo humano fuerte, tenemos las mejores bolitas, tenemos guantes, sabemo
jugar, los demás, los demás no existen!!!