Apenas entrecerró los parpados, el gélido viento le susurro al oído aquella vieja canción. Esa melodía que otrora acompañara el suave crepitar de los leños abrazados por las llamas. Ya casi no podía sentir el calor.
Trato de arroparse para que le frio que empezaba a penetrar su vieja osamenta se mantuviera a raya, mas no lo conseguía, estaba empecinado en recordar.
Frotándose las manos, intento sentir el deleite por la danza aromática de aquella taza de café, mas solo era dueño del vacío.
Se dio vuelta, ahora con su rostro endurecido por el frio, a un palmo de la helada pared de la que chorreaba la condensación de fluidos inmundos, se esforzaba por sentir esa ultima lagrima recorriendo su mejilla.
Otra vez, trato de arroparse, mas ese trozo de cartón no lo cubría del todo, esa dura vereda, esa sucia pared, ese nauseabundo olor, no se resignaban a dejarlo soñar para salir de su triste e injusta realidad.
Tan crudo como real. Muy bueno Leo!
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