Haec ego non scribo, sed tibi: satis enim magnum alter alteri theatrum sumus
(Epicuro, citado por Séneca)
No estoy seguro de que no haya estado mirándome previamente,
en el anden de la estación, quizás incluso antes. Ahora que lo pienso podría
haberme estado siguiendo desde que salí de casa; tengo tantas cosas en la
cabeza, que a veces no presto atención…
Generalmente evito sentarme, el tren va atestado de
gente, y así sería un blanco fácil para los roces y empujones, parece como que
quien esta parado, se siente con derecho de transmitir de alguna forma su
sufrimiento. Mi posición es definitivamente el rincón, allí aunque más cerca de
algunos, es la ubicación mas alejada de la mayoría.
Llegando a la estación de Burzaco empecé a sentir esa mirada
acida en el cuello, venia de aquel tipo con rostro cetrino, y olor fuerte a transpiración
que tenia a apenas unos metros.
Su mirada me recorría y no hacia ningún esfuerzo por
ocultarlo, quizás fuera algún tipo de extranjero degenerado. Apenas podía
soportarlo. Asco, asco y rechazo.
Las ventanas permanecían cerradas, conducta coherente con
la época invernal que dejábamos atrás. El ventilador se movía muy lentamente, parecía
en cámara lenta.
Quizás ese olor, si quizás sus poros eliminaban
profusamente el sobrante de aquel vino barato que consumía junto con sus congéneres,
que hastío.
Cerca de la
estación Avellaneda, no aguante más, tuve que bajar, harto de esta miseria.
Lo había visto desde que entre en el vagón, parecía tan
fresco y despreocupado. Trate de no mirarlo pero su camisa era tan blanca,
parecía tan delicada, tan suave. En cambio estas ropas de tela gruesa y rustica
me lijaba la piel, pareciera quemarme, pegarse, quizás si me la quitara ahora,
arrancaría algún pedazo de dermis.
Luego lo vi incomodo, cansado, hastiado. Pobre infeliz. ¿Cómo
no se daba cuenta de esa mancha de sangre en el inmaculado blanco? Era casi
imperdonable, y cautivante a la vez, no podía resistirme.
Cruzamos miradas varias veces, este tipo parecía tener
algún tipo de interés sexual en mí, no era extraño en estos citadinos.
Unas cuantas estaciones antes de la terminal, baje
junto a él, no podía de ningún modo rechazar tamaña propuesta.