La cantera de piedras tenia hace semanas un nuevo atractivo, para los turistas era pintoresco, para los habitantes del lugar, la presencia resultaba al menos inquietante.
Un hombre forastero, de unos cuarenta años, con buen equipo se había instalado al pie de la inmensa roca. Al principio todos creyeron que haría allí base, para luego intentar el ascenso, lo que era raro, ya que nadie acampaba en ese lugar, aunque con estos advenedizos nunca se sabe. La hipótesis inicial caía con el transcurso de los días, ya había pasado mas de un mes y lo único que veían hacer al orate era una especie de rutina que auspiciaba mas sospechas aun.
Se tejían sobre el particular las mas intrincadas e inverosímiles conjeturas. Lo cierto es que con los primeros rayos matutinos, se sentaba de espaldas a la luz, en un pequeño banquito de madera y una a una revisaba cuidadosamente las piedras de corte natural. El trabajo se suspendía solo para tomar el almuerzo, y no paraba hasta que la luz se iba.
Nadie se animaba a hacer lo mas apropiado y sencillo, preguntarle en forma clara y concisa ¿Qué estaba buscando?, hasta que una niñita que venia acompañada por sus padres, con gran inocencia se acerco al misterioso hombre, lo miro directo a los ojos y le pregunto: -¿Qué haces?.
Todas las personas del entorno guardaron silencio y se mantuvieron expectantes a la respuesta.
Le devolvió la mirada y se perdió en la pureza de esos grandes ojos marrones, se arrodillo para acercársele, se quito el sombrero y le mostro una etiqueta. –Ves, le dijo. –Esto ha sido hecho en mi país, y por eso lleva esta marca. Podía leerse “Made in USA”. –No entiendo, ¿Qué tiene que ver tu gorro con las piedras?
El extranjero sonrió y le dijo: - Pues eso mismo, mi niña, si quien hizo esta simple prenda puso su marca en ella, no seria nada ridículo pensar, que quien hizo estas inmensidades también las haya firmado…
Rieron juntos, y ante un publico que no salía de su asombro, se dieron a proseguir la búsqueda.